El otoño es una estación de transición. Es decir, ya no hace el calor agobiante del verano y aún resta un tiempo para que las bajas temperaturas se instalen definitivamente.
Pero no es así en todo el mundo, desde luego. Las zonas tropicales tienen variaciones escasas o nulas durante las estaciones en cuanto a temperaturas se refiere, por tanto, allí hay un criterio diferente para casi todo lo que tiene que ver con plantas. En el extremo opuesto, hay zonas sumidas en un clima frío todo el año, por lo que también tienen sus propias reglas.
En los climas templados, como el que atañe a casi la totalidad del territorio argentino, las diferencias entre estaciones son grandes y por lo tanto hay que tener en cuenta el impacto que esto tiene en lo cotidiano del riego de jardines.
Implementa las modificaciones y evita cometer errores con estos 3 tips de riego que traemos hoy para ti.
No riegues a calendario
Es muy común que se hagan consultas del tipo “¿cada cuántos días regar X planta o en X estación del año?”.
Lamentablemente no hay ninguna receta sobre riego de jardines que responda a esas preguntas, ya que depende de una cantidad de situaciones que a veces son tan únicas como cada jardín que hay. Lo importante es cultivar nuestro propio criterio, familiarizándonos con nuestro propio espacio, con nuestras propias plantas.
Una buena técnica es la que podríamos llamarle “técnica del dedo” y consiste simplemente en hurgar con el dedo índice los primeros centímetros de tierra y comprobar si se ve seco o algo húmedo. En el primer caso conviene regar, en el segundo se puede esperar un poco más. Esto es interesante para plantas en maceta pero no para el césped ni para plantas en canteros, en donde la percepción de sequedad en los primeros centímetros no significa que no haya humedad más abajo. Con ese ejercicio, al cabo de un tiempo, podremos establecer nuestro propio calendario de riego para cada época del año.
La aspersión sirve sólo para el césped.
Otro error muy común, ya sea por desconocimiento o por necesidad de ahorrar algo de dinero, es pretender regar todo el jardín con la aspersión del césped.
Esto es contraproducente todo el año, pero cuando las temperaturas empiezan a bajar se puede volver peligroso, ya que al estar las hojas de las plantas mucho tiempo mojadas, aparecen enfermedades que conviene evitar.
Para resolver esto, conviene siempre destinar un sector de riego para las plantas, el cual se hará con goteros, y un sector independiente para el césped con aspersión. De esta manera, no solo evitamos regar el follaje de las plantas que no lo necesitan, si no que configuramos un riego diferencial para las plantas y el césped.
Aprovecha las lluvias
En Argentina, el otoño usualmente es lluvioso en gran parte del territorio. Las altas temperaturas y humedad del verano tienden a traducirse en lluvias los primeros meses otoñales.
Si tenemos esa bendición (siempre que no sean excesivas), es excelente oportunidad para aliarnos con la naturaleza y dejar que las plantas se beneficien de ese riego natural. El agua de lluvia no tiene sales como el agua de riego y por tanto no perjudican las propiedades del suelo. Muy por el contrario, vienen a sanear nuestros desmanes.
Además, podemos aprovechar para colectar agua en los puntos de desembocadura, como las canaletas de los techos. Esta agua es una reliquia para guardar y regar con ella nuestras plantas de interior y orquídeas.
Así es que a poner atención a: ¿Cómo estamos regando los jardines? ¿Cómo funciona el sistemas de riego? ¿Cuántos sectores y con qué difusores? ¿Cómo los hemos programado? para así cuidar no solo nuestras plantas, sino también el agua! ese valioso recurso que muchas veces desperdiciamos.
Espero te sirvan estos consejos, dejanos tus comentarios aquí abajo.
Que tengas un hermoso día lleno de mucho, mucho verde.
Un abrazo grande!
Buen trabajo por escribir este peazo de post, todo clarísimo y de comprender fácil, gracias admin
Muchísimas gracias! Saludos!