3 consejos para volverte mejor encontrando ideas al iniciar un proyecto de jardín

La RAE lo define lisa y llanamente: creatividad es la capacidad o facilidad para inventar o crear algo.

No se si a ti te sucede. Pero a nosotros nos ocurrió al empezar a diseñar jardines: le damos demasiada trascendencia a la creatividad al momento de crear un jardín (valga la redundancia).

Nos incomoda mucho cuando no se nos ocurren ideas grandiosas para un proyecto.

Quizás sea un buen momento para que le quites peso a la creatividad.

Nos gusta transmitir este pensamiento porque lo vivimos diariamente: todos podemos aprender a ser paisajistas maravillosos, y la creatividad no es un condicionante.

Ser creativos es simplemente eso: CREAR. No inventar algo nuevo, ni único. Es lograr que las ideas fluyan en nuestra cabeza y podamos conectar diferentes variables que vemos en un espacio para conseguir algo lindo, atrayente para el cliente y que a su vez cumpla con sus requerimientos.

Diseño de jardín = Tu técnica para diseñar + Manejo de la vegetación y el ambiente + Cliente adecuado +  Nuestro habilidad para comunicar ideas

Cada componente de esa ecuación puede ser aprendido. Tu quizás tengas mayor facilidad en un punto que en otro, pero todos podemos mejorar en cada una de esas variables y alanzar un nivel similar de competencia.

Dicho esto, vamos a compartirte lo que para nosotros son 3 de los detonantes más importantes a la hora de impulsar mejor tus ideas y crear muy buenos proyectos de jardín.

  • Descubre un proceso de trabajo para diseñar jardines y estandarízalo

Lo entiendo, porque como emprendedores también nos cuesta ser rígidos en algunos aspectos.

Los emprendedores tendemos a soñar demasiado tiempo y muchas veces se nos hace cuesta arriba hacer realidad nuestras ideas.

En esa enérgica capacidad para soñar, nos aburrimos rápidamente de la rutina y buscamos cambiar el orden de las cosas, aunque ya estén funcionando bien.

Crear un esquema, flujo o secuencia para diseñar un jardín será tu mejor aliado.

La razón es que si no hacemos algo una y otra vez, nunca podremos saber si estamos mejorando los resultados o no. Si vamos bien (o mal). 

Nos costará identificar la causa por la cual nuestro proceso de trabajo no está funcionando como nos gustaría.

Te pongo un ejemplo. Supongamos que quieres cocinar un pastel y buscas una receta en internet. La receta necesita varios ingredientes y procesos hasta lograr que el pastel luzca bien y tenga el sabor que promete.

Una vez que sigues el paso a paso, el pastel no te queda como esperabas. Ahora deberás pensar en dónde está el error. No sabrás si revolviste lo suficiente, si quizás algún ingrediente no estaba en buen estado o no era de la marca correcta, y así (claramente cocinar no es lo mío, pero creo que se entiende).

Acto seguido, decides irte por una nueva receta, o alguien que la explique mejor. Y puede que tampoco tengas los resultados deseados.

Quizás tengas que retomar la primera receta, la que más te llamó la atención al principio, y volver a intentar el proceso. Seguro notarás algún cambio. O quizás decidas intentar con un pastel distinto.

Es importante que trabajes en encontrar una secuencia de tareas para ir construyendo un proyecto de jardín.

Por ejemplo, a nosotros nos gusta primero concentrarnos en las fotografías del espacio, lo tratamos de armar en nuestra mente y vamos pasando por escrito las ideas que surjan. 

Luego en un papel, anotamos las especies vegetales que podrían adaptarse al sitio y características del proyecto. Esto hará todo más fácil a la hora de empezar a crear un plano. 

Si lo que hacemos al principio es agarrar la computadora y empezar a dibujar las primeras líneas que nos salen, seguro estaremos dejando de lado muchas ideas más adecuadas.

Una vez que vamos adaptando un sistema de trabajo que nos trae buenos resultados, ocurre el efecto deseado: dejamos de invertir tiempo y energía mental pensando en qué hacer primero y qué después. 

Si siempre estamos cambiando el orden de las cosas, estamos drenando nuestra energía de manera inútil.

Recuerda esto: las buenas ideas necesitan energía mental disponible. Ese es su combustible principal.

Y esto nos lleva a la segunda recomendación.

  • Encuentra el caudal de trabajo con el que te sientes a gusto

Este es un temón. No nos damos cuenta, pero de un momento para el otro estamos intentando resolver cinco o diez cosas a la vez.

El mismo día nos hemos propuesto solicitar presupuesto a proveedores y diseñar un proyecto.

El mismo día que elegimos para diseñar un jardín, estamos respondiendo docenas de audios que quizás no sean tan importantes o urgentes.

No vamos a ser utópicos. Si queremos progresar, es evidente que tenemos que trabajar duro. Esto no solo nos ayuda a crecer, sino también a conocer nuestros propios límites. Porque existe un punto de equilibrio en el que estamos trabajando lo suficiente para progresar pero no para saturarnos al punto de generar malos resultados.

Mucho cuidado con esto.

Trabajar duro no es igual a trabajar mucho. Ni trabajar mucho es igual a ser muy eficiente.

No pierdas de vista que sí o sí debemos trabajar mucho, a veces con sudor y lágrimas. Pero encuentra ese equilibrio entre estar trabajando mucho y estar haciéndolo en forma inteligente.

Y un aspecto de trabajar en forma inteligente, es reservar tu día de diseño para eso: diseñar.

En estos momentos necesitamos tener buenas reservas de energía mental. Dosis de positivismo. Dosis de tranquilidad.

Cuanto mejor planifiques ese espacio de tiempo para diseñar, te aseguras resultados más positivos.

  • No te castigues 

Las buenas ideas a veces simplemente no ocurren y no siempre podemos identificar la causa.

También puede ocurrir que las ideas son buenas, pero estamos en un estado mental más negativo y las juzgamos desde el ángulo incorrecto.

No te castigues.

No todos los jardines serán dignos de retrato. No te quedes eternamente en la parálisis por análisis, que es el estado en el que sentimos que se nos pueden ocurrir mil ideas y, como consecuencia, no nos decidimos por ninguna. Y dejamos de accionar.

Hay veces que nos toca actuar, y no estar tanto tiempo pensando.

No te autoflageles si ese jardín no será como te lo imaginabas o soñabas.

La frustración por no cumplir con nuestra autoexigencia nos drena no solo las energías del momento, sino que nos va desgastando en nuestra profesión.

Y bien. Hasta aquí hemos llegado con las recomendaciones, deseando que poco a poco tu y yo vayamos mejorando nuestros proyectos.

Me encantaría leer en los comentarios si estos tips han hecho eco en tu día a día, cuál consideras más importante y cuál otro agregarías a la lista.

PD:

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